Ópera independiente de alto vuelo

La compañía escénica Lalalá estará viajando a Noruega este fin de semana para presentar la ópera-ballet ‘Los siete pecados capitales’ en el Bergen Fringe Festival.

Por Noelia Pirsic

26173159_2034519660161025_5477169938335306140_oEscena de Los siete pecados capitales (Weill-Brecht) por Lalalá Compañía Escénica (2017)

Este fin de semana, un grupo de jóvenes artistas argentinos estará viajando a Noruega para participar del Bergen Fringe Festival con la ópera-ballet Los siete pecados capitales de Kurt Weill y Bertolt Brecht.  La obra se puso en escena en diciembre pasado en el Centro Cultural 25 de Mayo con Romina Almirón como régisseur y Matías Chapiro como director musical, con entradas agotadas en todas sus funciones.

Este año, la directora decidió fundar la compañía escénica Lalalá para formalizar las colaboraciones de un equipo creativo que viene trabajando desde 2016, cuando presentaron Trouble in Tahiti de Leonard Bernstein en el mismo teatro. “Buscamos hacer espectáculos realmente vivos y de calidad en un marco de producción que contemple un desarrollo interdisciplinario –explica Almirón-. Queremos ubicar al espectador en un lugar activo”.

Los festivales Fringe, que nacen en Edimburgo en 1947, tienen como objetivo establecer un diálogo y punto de encuentro entre artistas emergentes y públicos de varias ciudades del mundo. Surgieron como iniciativa de grupos teatrales independientes que no encontraban espacios para encontrar su obra. “El término “fringe” invita a programar desde el margen de lo establecido –señala la directora-. A partir de esta iniciativa, se formaron varias franquicias, entre las cuales está The Nordic Fringe Network (NFN), del cual el Bergen Fringe Festival es parte desde el año 2017″. Para esta edición, se presentaron cerca de quinientos espectáculos de alrededor del mundo y fueron seleccionados solo treinta. La compañía argentina es la única representante latinoamericana entre agrupaciones europeas y estadounidenses.

¿Cuál fue la reacción del equipo cuando se enteraron de que viajaban a Noruega?

Romina Almirón: Fue una noticia extremadamente inesperada. Por supuesto que el haber completado el formulario online y presentar la filmación de la obra al Festival es una acción que conlleva cierta esperanza pero con poco o casi nulo acérrimo en la realidad, para ser sincera. Luego, la emoción y el orgullo fueron enormes. Los siete pecados capitales es una obra realizada de manera independiente, con mucho esfuerzo y a fuerza del trabajo por amor al arte de un equipo de 40 personas. Que esto haya sido valorado en un país de primer mundo como Noruega y tener la oportunidad de mostrar nuestra labor allí, nos llena de alegría.

El modo de producir de allá es sin duda diferente, donde el arte y el artista tienen un lugar histórico de relevancia. Además, la ciudad de Bergen, donde realizaremos las funciones, es un  lugar con mucha creación de nuevas óperas y a la vez con la orquesta sinfónica más antigua de toda Europa; poseen varios programas para artistas jóvenes que buscan explorar y crear nuevos materiales. Parecería ser una ciudad con producciones muy cercanas a nuestra búsqueda como compañía.

¿Cuántas presentaciones realizarán en el marco del festival?

R.A.: En esta oportunidad fuimos invitados a abrir el festival el jueves 6 de septiembre en el Kongesalen (“Sala del Rey»), Cornerteateret (“Teatro de la esquina”). Contaremos además con otras dos presentaciones los días 7 y 8 de septiembre en el mismo espacio. Están contempladas otras actividades de intercambio y encuentro con otras compañías. Nuestra prioridad ahora es asegurarnos llegar a la inauguración del festival con espectáculo de la más alta calidad posible.

¿Qué adaptaciones tuvieron que realizar para lograr que la producción viaje?

R.A.: Fueron muchas adaptaciones y limitantes que significaron un desafío. Para empezar, hubo algunas modificaciones en el elenco y orquesta producto de la disponibilidad para viajar y diferentes asuntos personales. Por eso, hicimos un plan de ensayos de siete semanas para profundizar todo aquello que queríamos rever de las escenas y para incluir a los nuevos integrantes. Además, tuvimos que realizar un nuevo diseño de escenografía y set electric -la obra incluye varios objetos escenográficos con luz propia. Tuvimos que pasar de una escenografía que pesaba toneladas a una que sea liviana y desarmable como para entrar en pocas valijas de equipaje y que además cumpla con las reglamentaciones de los aeropuertos y la compañía aérea. Un diseño de luces diferente, adaptado al equipamiento de la Kongensalen, donde realizaremos las funciones.

También armamos nuevas visuales que serán proyectadas sobre la escenografía. La puesta original poseía mapping pero ahora lo complejizamos bastante y quedaron increíbles. El vestuario se acondicionó y se preparó para su traslado. Los intérpretes aprendieron a hacerse ellos mismos la caracterización, también la colocación de máscaras y pelucas por parte de las expertas de nuestra compañía. Además, de un equipo de casi 30 personas necesarias para llevar a cabo una función de nuestra obra, viajaremos sólo 14. Eso significa que varios de nosotros absorbemos funciones y tareas por fuera de nuestras áreas de desempeño principal. En cuanto a lo musical, tuvimos que prescindir de la percusión, que en la versión oficial que nosotros hacemos de la obra, es optativa, pero que en Buenos Aires lo teníamos.

¿Qué están aprendiendo sobre lo que implica el traslado de una obra a otro país?

R.A.: Llevar una ópera al exterior es un trabajo de producción y logística muy importante que tiene varias aristas. Los condicionantes principales son los plazos temporales, los recursos económicos con los que se cuenta y los recursos humanos. La sintonía de ellos hace a la calidad del espectáculo. Toda producción conlleva un margen de error, y la gira supone adaptarse rápidamente a los términos, equipo y espacio local de trabajo, por eso el desafío implica prever la mayor cantidad de variables posibles a fin de estar preparados para resolver con eficiencia. La pre-producción es intensa y ya podemos ver el crecimiento de cada una de las áreas en materia de la comunicación y cristalización de nuestro trabajo en pos de pensar en nuevos espacios de representación.

Desde el punto de vista de artista joven, puedo decir que el atractivo para aplicar a este festival es la posibilidad de vivir la experiencia de un festival internacional con asistencia financiera, ruedas de prensa, intercambios con otras compañías, y con la posibilidad de confirmar, frente a un público muy distinto al conocido, aquellos aspectos que sospechamos más universales de nuestra obra.

Los 7 pecados capitales tuvo entradas agotadas en todas sus funciones el año pasado, ¿planean re-estrenarla en Buenos Aires este año?

R.A.: Me gustaría. La obra cambió, evolucionó y creo que es un producto que adquirió una calidad superior a la original. No es una obra fácil de programar, más allá de la disponibilidad de todo el equipo, requiere un espacio no convencional y grande que no suelen ser estar acondicionados como sala teatral. Los espacios que pensamos como ideales carecen de luces, butacas, etc. Además de la presencia de dos pianos con características similares, entre otros condicionantes. De todas maneras, el trabajo de los últimos meses fue muy grande y las ganas de volver hacerla acá están encauzadas en pos de hacerlo posible. Esperamos concretar funciones en Buenos Aires próximamente.

Para seguir el viaje de la compañía escénica Lalalá en las redes, buscalos en Facebook y/o Instagram.

Trailer Los siete pecados capitales por Lalalá Compañia Escénica

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