La anti-ópera

Ópera Periférica sorprende con intervenciones líricas en los espacios públicos de la ciudad. Entrevista a su fundador, Pablo Foladori.

Texto: Noelia Pirsic | Foto: Alejandro Held, Coni Rosman, Liliana Morsia

23244084_2438295349728254_74910098913978466_n.jpgLa soprano Cintia Verna en La Noche de los Museos (4 de noviembre, 2017)

Ir a la ópera en bicicleta y estacionarla a metros del escenario, que en realidad es el acoplado de un camión. Presenciarla de pie, sin acomodadores ni programa. Verla desde el balcón, antes de ir a dormir. O toparse con el espectáculo en medio de un paseo por el barrio. Todas estas opciones y muchas más son posibles desde que existe Ópera Periférica, una fundación que desde 2014 despliega intervenciones líricas en espacios públicos: plazas, canchas de básquet, universidades, trenes, subtes y próximamente el Skatepark de Lugano en el que presentarán Venus y Adonis del compositor inglés John Blow, en versión electrónica.

“Yo vine porque en internet leí que habría un ‘Mozart Electrónico’ y quería saber de qué se trataba”, comenta uno de los espectadores de Bastián y Bastiana en La Noche de los Museos, la medianoche del sábado 4 de noviembre en la Plaza Vicente López de Recoleta.  Entre el público hay adultos, niños y bebés en cochecitos. Algunos llegaron convocados por el evento organizado por el Gobierno de la Ciudad, otros solo pasaban por ahí, como un señor que presenciaba el espectáculo acompañado de su perro.

Forman parte de la escena varios camarógrafos y un fotógrafo, que integran el combo que propone Ópera Periférica, con un fuerte componente visual. Pablo Foladori, fundador de la compañía, contempla la obra desde un costado del escenario-camión que contiene a los cantantes y al ensamble dirigido por Manuel de Olaso con César Franov como músico invitado.

Foladori se define a sí mismo como director escénico, pero no puestista. “Ese término no me gusta porque ‘poner’ es una cosa rígida, dura, que oblitera sentidos”, afirma en diálogo con Ópera en Argentina. Comenzó a tomar clases de dirección escénica en el instituto Superior de Arte del Teatro Colón y también pasó por la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires. Estudió composición musical en la UCA, “en un momento de extravío de mi vida”- bromea-,  y también cantó, dirigió teatro, performance y ópera, hasta que encontró un clivaje desde donde hacer su obra.

23167837_2437053386519117_6152052579221273488_nPablo Foladori en plaza Vicente López, en La Noche de los museos (4 de noviembre, 2017)

¿Por qué decidiste dedicarte a la ópera finalmente?

Pablo Foladori: En realidad no pienso a las intervenciones que realizamos desde la ópera como género. No pienso: “Estoy haciendo ópera”. Si bien hay cosas de la ópera que me gustan y me llaman mucho la atención, y que despertaron en mí cierta pasión sobre todo a los 19 años cuando desde el canto me adentré a ese mundo y al de la música de cámara. A las intervenciones también las pienso como obras que están hechas de ópera, pero que no son necesariamente óperas. No trabajo con este género como algo cerrado, creo que justamente lo más interesante que tiene es su carácter multidisciplinario. Pienso que puede ser un género muy híbrido, pero con lo positivo que tiene la hibridez. En este siglo lo híbrido es lo actual. Eso estaría bueno que los que hacemos ópera lo veamos cada vez más. Cuando lo vemos como un género, estamos cerrando sentidos. Cuando trabajamos desde el género, también caemos en los cliches.

¿Cómo surgió la idea de crear una compañía con las características de Ópera Periférica?

P.F.: Creo que la idea se fue gestando con años y años de ir al Teatro Colón y al Teatro Avenida y decir: “Esto estaría buenísimo si se empezara a hacer en otro lugar y si se empezara a abrir sentidos con eso». Al preguntarme qué es lo nuevo que se puede hacer con la ópera no me refiero solamente a lo diegético, es decir, a lo que se está narrando. No hay mucha reflexión actualmente sobre el objeto ‘ópera’ en sí. ¿Qué es la ópera? ¿Qué es esto que tiene música, teatro, que conlleva todas las disciplinas artísticas al mismo tiempo? ¿Qué se puede hacer con eso? Ahí empezaron  a aparecer en mi cabeza ganas de jugar.

Para mí la ópera es un material, como el de un artista que trabaja con metal o madera. Mi material es la ópera con sus características, y ese material tiene rigidez. “Esto es ópera”, “esto no es ópera”, “esto es un cantante de ópera”, “esto no es un cantante de ópera”, “esto es un régisseur”, “esto no es un régisseur”. Siento que hay mucho miedo de romper con esa misma rigidez que tiene el material. A la vez, hay muchas ganas de romperla y para hacerlo hay que generar gestos. En algunas acciones quizás lo más importante es el gesto mismo y no tanto lo que estás montando. Esa acumulación de gestos es lo que crea en una obra un recorrido, un programa poético. ¿Qué pasa si un grupo de artistas hace un recorrido por la ciudad con determinados gestos, con obras que incluyen teatro, baile, canto, filmación. Aparece otro cuerpo de obra, ¿no? ¿Es ópera eso?

Lo visual es muy importante hoy en día, ¿es por eso que elegiste que tus obras tengan un fuerte anclaje en ese sentido?

Eso es producto de la lectura de escritores como Severo Sarduy, que habla mucho sobre la supremacía del ojo en el siglo XX en detrimento de lo auditivo. Él era escritor y artista visual. A mí siempre me interesó serlo, no sé si lo conseguí, pero hay mucho esmero en lo visual en mis puestas, que a la vez están acompañadas de un archivo de fotos y de video. Todo eso va creando un objeto. La obra se va construyendo en la calle, con ensayos abiertos. Entonces, ¿dónde está la obra? ¿Cuál es la obra? Esos son todos los planteos que se hace Ópera Periférica. Cualquier gesto puede ser arte.

La profesión de los artistas del mundo de la ópera en sí también está ligada a cierta rigidez y a ciertos espacios relacionados al cocktail, lo dorado. Vos de repente armaste un grupo de trabajo que propone un contexto diferente: En la calle, sin salas de ensayos. ¿Cómo fueron las reacciones de los músicos?

Hay también una forma rígida de trabajo en la ópera: Primero se hace el ensayo musical, después a la italiana, después la escena. Primero tiene que estar lo musical, para después… Yo pienso que eso está muy bien pensado para lograr cierta calidad de objeto final, pero esa lógica siempre te va a dar un mismo objeto, ya sabes hacia donde vas. A eso sumarle que todo se monta en tres o cuatro semanas. Se hacen las funciones, pasan, ya está. Nosotros repetimos nuestras producciones en diálogo con distintos lugares, y eso da lugar a obras diferentes. No es lo mismo un camión, una villa. Somos un grupo de artistas que estamos haciendo algo con la ópera.

Volviendo a la pregunta: Sí, al principio hay rigidez. A veces es complicado porque hay miedo. “No puedo cantar acá”, “no me escucho”, “no puedo cantar arriba de un andamio». Y después se puede, y eso también produce una poética diferente. Quizás se puede con dificultades, pero ¿qué pasa si a la emisión le pasa algo?. A un espectador clásico que necesita esa pureza en la voz, eso le afecta. Pero a mí me interesa un cuerpo afectado en un producto final que generalmente pretende tener algo de impoluto. Eso también está diciendo algo. La vida no es impoluta, o al menos no para mí.

15193515_2183695335188258_3740436950145766482_n - CopyÓpera Periférica en la Villa 31 con La Selva Padrona

¿Finalmente se pudo hacer la intervención en el Hospital Borda?

Aún no se pudo hacer, porque siempre necesitás un sponsoreo, acompañamiento o beca para llevar a cabo un proyecto, que por ahora no surgió. Sí fui varias veces al Borda, lo recorrí bastante y vamos a empezar a hacer un documental este año.

¿Cómo hacés para que el sponsoreo no te condicione?

Bueno, hoy es imposible pensar hacer una obra sin condicionamiento porque obra y mercado van de la mano. En el Teatro Colón pasa lo mismo: “Esto se hace así, de esta manera. Esto ingresa a este teatro que tiene estos abonados y que tiene este tipo de sponsors”. En todos lados está. Si a un cantante lo contratan para una fiesta es lo mismo. Al menos nunca pienso el arte separado del mercado y no me parece que eso esté mal, de hecho Warhol ha sido un genio en eso, y es uno de los artistas que más admiro. Me encanta que la ópera dialogue con el mercado. Porque tenemos que vivir de esto y me gusta vivir de lo que hago.

Entiendo que gracias a eso es que también los artistas reciben una remuneración por su trabajo , y eso permite que puedan vivir de eso también.

Rara vez hicimos una intervención sin que un artista cobrara.

Muchos de los espectadores de las intervenciones de Ópera Periférica son ocasionales, como lo fueron en La Noche de los Museos. ¿No te interesa la fidelización el espectador?

No, porque eso te da un espectador no emancipado. A mí me interesa un espectador activo. La idea de abonado facilita al espectador, y ese espectador en algún punto termina diciendo «como yo pago, entonces me tienen que dar cierta cosa de temporada, y acceso a charlas, cocktails”. ¿Estamos pensando o no un espectador con emancipación intelectual?

Yo doy la posibilidad de ver y pensar lo que está pasando, y no recibirlo como si yo abriese la boca y tiraran esta taza de café dentro de mi sistema digestivo, y ya está. Yo puedo olerlo, saborearlo, compararlo con otros. Me puedo ir, puedo no querer. Creo que la intervención da mucho para eso. Te podés parar, sentar. El teatro ya vivió esas cosas, pero la ópera no. Siguen ahí las butacas, el terciopelo, los palcos.

¿Ya no vas más a ese tipo de espectáculos culturales en ese tipo de teatros?

A veces voy. Quiero aclarar que prefiero lo artístico a lo cultural. El arte es más rupturista, y la cultura tiene más que ver con el ‘deber ser’ de las cosas. El arte es el ‘no deber ser’, es mostrar un tipo de ordenamiento diferente, generar un nuevo tipo de pensamiento.  Me encanta ese espectador que salió a la calle a pasear al perro y se encontró con Ópera Periférica. Después, si es una ópera, si es Mozart, no importa. A mí me gustaría salir a la calle a comprar un paquete de galletitas y de repente ver estructura, camión, andamio, sonido orquesta, vestuario, luces. Eso también habla de que la vida es teatro. Te lleva a pensar eso. Ese hombre con el perro quizás no pensó esto que te estoy diciendo, o quizás sí. Es dar esa posibilidad.

20431664_2377100332514423_6696673743131351656_n - CopyIntervención en la línea de trenes Urquiza (2017)

¿Cómo es el abordaje a los territorios donde se montan las intervenciones?

A veces es menos espontáneo de lo que parece, tenes que saber cómo dialogar. No es que yo llego con mi obra y le digo a la gente ‘tenes que estar acá, hacer así’. Ahí es donde entra otro autor que me gusta mucho, que es Jakob von Uexküll, que trabaja con el concepto de ‘unwelt’, el mundo circundante, con sus características, con sus particularidades. Ahí es donde en las obras aparecen el rapero (Nota de la R: Se refiere a Piru, el rapero del barrio Villa 31 que participó en la producción La Serva Padrona el año pasado con una improvisación), el skater, el patinador. Y ahí aparece también otro concepto de Sarduy que es ‘retombé’, algo parecido a algo que todavía no existe. ¿Qué es lo que sigue resonando hoy en día de una obra de otro siglo? ¿Qué cosas de hoy en día se conectan con otro siglo? Cuando se compuso Venus y Adonis, en 1683, por supuesto, no existía el skate. Y sin embargo uno puede decir ‘Ah, hay algo de skate acá’. Esas son mis herramientas de trabajo: El retombé, el unwelt, la voz como huella digital que propone Roland Barthes. Es más difícil verlas, sería más fácil si estuviera pintando con un pincel, o haciendo una escultura.

¿Estarías dispuesto a trabajar con textos más actuales en tus intervenciones, como óperas de compositores argentinos?

¡Me encantaría! Me tiene que interesar el material primero porque tengo que tener un erotismo con lo que estoy trabajando. Por eso por ahora me resulta más atractivo este proyecto a que me bajen títulos y me digan: “¿Podés hacerle una puesta a esto?”.

Lo que estás haciendo con Ópera Periférica, la forma de trabajo, cómo se hacen las obras, es todo lo contrario de como se monta una ópera tradicionalmente.

Sí, es que incluso esa forma como se trabaja tradicionalmente va en contra de las teorías del arte actuales. Hoy en día se trabaja más con la intuición, con abrir preguntas, no cerrarlas.

Quizás a algunos les resulte angustiante abrir…

Pero si ya cerraste todo y decís: “Tosca es esto”. Es un grave problema decir que Tosca sea esto, que el personaje solo tenga las contradicciones que ya están establecidas, que vienen de cierta tradición, y nada más. Lo interesante de un personaje, y esto lo fui aprendiendo con el tiempo, es que puede hacer cualquier cosa. Yo escucho mucho en el ambiente de la ópera  decir:“Tosca jamas haría esto”,”La Tosca”. Eso lo transforma en algo marmóreo, no vital, no está vivo.

23319511_2438296273061495_3807521930353770204_n - CopyEnsamble electrónico en Bastián y Bastiana dirigido por Manuel de Olaso (4 de noviembre, 2017)

A veces daría la impresión de que una misma como espectadora va a la ópera para volver a sentir aquello que una vez sintió, como si eso fuera posible.

Ese es un espectador que Barthes diría que es del tipo de placer y no del goce. La ópera trabaja mucho con eso. Barthes lo habla desde el texto pero dice que el espectador de placer es el que va a buscar lo que ya sabe que va a buscar y el del goce es ese donde le dan algo que no quiere. Estaría bueno que en la ópera se de algo no esperable, porque la ópera trabaja mucho con lo esperable. Siempre se hacen las mismas obras, se vuelven a hacer producciones de 1990, 2002. Esas son las particularidades del material. Y es a partir de eso que armo preguntas, trabajo con el humor de eso, me río un poco de eso. ¿Qué nos pasa que queremos escuchar una y otra vez lo mismo, y lo queremos ver de determinada manera? Esas son las preguntas que se hace el proyecto.

¿Se les ocurrió llevar la ópera a la costa?

Sí, de hecho ya hemos ido a Pinamar. Fuimos con Bastián y Bastiana al campus de la UADE en un auditorio todo vidriado. Recuerdo que empezaron a caer piedras, y eso hacía que se escuchara muy poco pero a la vez era un momento muy emocionante. Lo que te estoy contando es casi la anti-ópera. Se escuchaba muy poco porque el granizo golpeaba contra los vidrios, pero era absolutamente bello ver ese momento. Que ocurra algo natural en medio de algo absolutamente artificial, como es la ópera, hace que se produzcan choques y eso es porque la ópera tiene muchísimo de artificio.

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La próxima intervención de Ópera Periférica será el 2 de diciembre a las 19:30 hs en el Skatepark de Lugano. Presentan Venus y Adonis de John Blow en versión electrónica con participación de skaters del barrio. Músico invitado: Cesar Franov.

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  1. Gracias Opera en Argentina! Gracias Pablo por permitirme formar parte de este proyecto, es un placer!

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