Una máquina, dos cantantes y dos actores en escena vestidos de negro, al igual que los músicos. Los instrumentos: piano, clavicordio, vibráfono, tres máquinas de escribir y sonidos electrónicos. La escena no termina allí: al fondo, una tela blanca en la que se proyectan imágenes y palabras, y filmaciones hechas en vivo que replican lo que estamos viendo. Esto también es ópera, o mejor dicho, video-ópera y se puede ver, escuchar y sentir en Hasta Trilce (Maza 177, CABA) todos los miércoles de agosto a las 20:30 hs.
“En la colonia penitenciaria” es una ópera de cámara compuesta por Guillermo Vega Fischer basada en el cuento homónimo de Franz Kafka escrito en 1914, que cuenta la historia de un viajero que se encuentra de visita en una isla del trópico que funciona como una colonia penitenciaria y es invitado por su nuevo comandante a presenciar una ejecución. Ésta se efectúa mediante una máquina, inventada por el antiguo comandante ya fallecido, comandada por un personaje a quien se denomina ‘el oficial’. El aparato, mediante un sistema de agujas y tinta, graba en la piel del acusado el texto de la sentencia durante horas hasta que finalmente se produce la muerte. El oficial intentará a lo largo del cuento –y la ópera- explicar detalladamente al explorador el funcionamiento de la herramienta de tortura y convencerlo de su eficacia para que interceda ante el nuevo comandante para que no suspenda su uso.
“Le explicaré cómo se desarrolla el proceso” –explica el oficial al inicio del cuento. “Yo he sido designado juez de la colonia penitenciaria. A pesar de mi juventud. Porque yo era el consejero del antiguo comandante en todas las cuestiones penales, y además conozco el aparato mejor que nadie. Mi principio fundamental es éste: la culpa es siempre indudable”.
“Yo había compuesto esta ópera hace muchos años en otra versión muy distinta, para un ensamble muy grande donde los cantantes interpretan a los personajes del oficial y el explorador, y dos actores hacen a los personajes mudos –el soldado y el condenado. Pero ahora se nos ocurrió transformarlo en esto otro, en donde el protagonista es la máquina de torturas”, explica Vega Fischer. “Nos dimos cuenta de que el protagonista ya dejó de ser el oficial y el explorador, ellos no son más que operarios alrededor de la máquina, al igual que el condenado y el soldado, por eso todos están vestidos como operarios, o militares”.
La puesta en escena incluye video e instalación visual -a cargo de Pablo Archetti y Nacho Riveros-, además de teatro y música. En el cuento original –y también en la versión de Vega Fischer- los personajes del soldado y el condenado, no tienen voz ni entienden lo que están hablando el oficial y el explorador. “Creo que es importante analizar el cuento a través del signo del poder de la palabra. Quien tiene la palabra, tiene el poder –explica el compositor-. Para mí es una metáfora de los medios de comunicación. Por ejemplo, existe una tercera guerra ya instaurada en Europa, en donde se están viviendo atentados continuamente. Pero como los que tienen el poder de la palabra no lo dicen, no está. Y eso es porque nadie lo dice, porque directamente nadie lo pone en palabras”.
En la ópera, las voces están a cargo de dos barítonos que representan al oficial y al explorador, pero el volumen sonoro en realidad está dominado por los sonidos de la máquina: la voz del oficial y del explorador se amalgaman con las de la orquesta-máquina, y las máquinas de escribir. De a ratos, el aparato y sus operarios quedan ensiluetados dentro de los videos que se proyectan detrás de ellos. Pero estas imágenes también son producidas desde la máquina misma: una de sus partes es una notebook conectada a un proyector, y de ella también sale una cámara que filma, operada por uno de los actores en escena. En palabras del compositor, se trata de “ un contrapunto sonoro y visual”, de ahí el concepto de video-ópera.
El compositor estadounidense Philip Glass también compuso, en el año 2000, una ópera basada en el cuento de Kafka. “Kafka no es un autor que se interese mucho por lo sonoro, escribe más desde los sentidos, desde lo visual. Pero cuando leí este cuento, me pareció muy sonoro. Lo leí siendo un pibe y me dije ‘esto tiene que hacerse música’” –comenta Vega Fischer. “Cada vez que la máquina de torturas se enciende, chirría de un modo inentendible. Cuando el oficial finalmente se mete dentro del aparato, hacia el final del cuento, de repente suena de un modo tan perfecto que es como una música celestial, a él el aparato se le enciende solo. Me pareció un gesto musical. Y por eso en esa parte de la historia elegí utilizar el sonido del vibráfono”.
“Pienso que este cuento es una crítica a la burocracia capitalista porque solo viví en el capitalismo y no conozco la burocracia comunista –manifiesta el compositor-. A mí me parece que también en el cuento hay un signo tercermundista, de lo que nosotros nos toca vivir del capitalismo, ya que todo ocurre en esta isla tropical, a la que Kafka no le pone nombre. Por algo el autor sitúa todo esto en el Caribe siendo un vienes. ¡Esta cosa terrible tenía que suceder en el Caribe!”.
El programa de la ópera incluye mucho texto para que el espectador pueda situarse dentro de la escena y vislumbrar de qué trata. No obstante, los creadores recomiendan leer el cuento antes de ir para aprovechar mejor la obra, ya que no se trata de un relato contado en forma lineal: de a ratos el público tendrá que comprender lo que pasa en escena por distintos medios, y no solo interpretando palabras. Por momentos se sentirá como el condenado, que no entiende por qué lo introdujeron en esa terrible máquina.
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Funciones: miércoles 2, 9, 16 y 23 agosto, 20:30 hs en Hasta Trilce.
Venta de entradas: www.hastatrilce.com.ar