Retrato a Mariana Carnovali (Agosto, 2016). Foto: Ópera en Argentina
Mariana Carnovali decidió su vocación cuando tenía apenas once años. A su madre le pareció que su interés por el canto era una fantasía infantil: en ese momento, daba lo mismo que le dijera que iba a ser astronauta o cantante de ópera. Los niños de esa edad no cuentan con la musculatura apropiada para encarar el entrenamiento vocal que requiere la técnica lírica, por eso tuvo que esperar tres años para ponerse a prueba.
Mientras aguardaba su turno, se entretuvo practicando violín en el conservatorio “Manuel de Falla”. Todas las noches se iba a dormir escuchando el dúo final de Manrico y Leonora –de la ópera Il Trovatore de Giuseppe Verdi-, que soñaba cantar algún día. Luego de oírla vocalizar por primera vez, su profesor le aseguró: “Vos sos una gran mezzosoprano, casi contraalto, y no vas a tener ninguna competencia”. La joven música de catorce años lloró durante tres noches seguidas: su anhelo de encarnar a Leonora no iba cumplirse, porque había sido escrito para la voz de una soprano, el rango vocal más agudo entre las mujeres.
Carnovali aceptó el diagnóstico de su profesor en aquel entonces, aunque cada tanto se animara a cantar el aria de La Reina de la Noche de Mozart–el registro más agudo que tiene el repertorio de ópera. Se consolaba pensando que en principio todas las mujeres llegaban a las notas más altas y que luego la voz se acomodaba en determinado rango. Tiempo después se dio cuenta de que no era necesariamente así.
Se dedicó a trabajar sus graves, como si hubiera nacido para eso. Había chances de que así fuera: a los dieciséis ya había obtenido un rol en la ópera Nabucco de Verdi junto con Adelaida Negri, y gracias a una beca otorgada por la Fundación Teatro Colón se preparaba para el concurso internacional Neue Stimmen. Aún no había terminado el colegio secundario cuando quedó seleccionada para viajar a Alemania durante dos meses para participar de la semifinal con orquesta del certamen.
La joven mezzosoprano volvió a Buenos Aires con la idea de mudarse a Europa pero antes accedió a afrontar nuevos desafíos en su ciudad. De la mano de Juventus Lyrica y con solo dieciocho años, se presentó nuevamente en el Avenida pero esta vez en el rol de la apasionada gitana Carmen –de Georges Bizet-, una hazaña por la que aún la recuerdan muchos operómanos. Uno de ellos, el periodista Victor Hugo Morales, quedó tan sorprendido que escribió un artículo elogiando su actuación en esa presentación. Diez años después, la ópera los re-encontró: mientras él cenaba con los suyos en el restaurante Hasta Trilce, ella ensayaba al fondo en el teatro del lugar. Junto con su compañía de ópera Magna Lírica, estaba poniendo en escena una obra en la que ella cantaba el rol principal, ya no como mezzo sino como soprano. Se trataba de una versión al piano de ‘La bohème’, de Giacomo Puccini.
– Quizás me recuerde, soy Mariana Carnovali, que interpretó a Carmen en el Teatro Avenida hace diez años, a mis dieciocho –le dijo ella, algo tímida.
– Claro que me acuerdo de vos, ¡sos una genia! –le respondió él y no dudó en darle su correo personal para que coordinaran una entrevista en su programa de radio, que se concretó pocos días después.
Carnovali como Mimí en La Boheme en Hasta Trilce por Magna Lírica (Junio, 2016) Foto: Ópera en Argentina
En los años siguientes a su debut como Carmen en 2006, no pararon de abrirse las puertas en la vida profesional de la cantante: poco después ingresó al Instituto Superior de Arte y luego al Coro Estable del Teatro Colón, siendo su integrante más joven. Ni bien la escuchó el director Salvatore Caputo, le expresó, muy claramente: “Vos tenés que irte de Argentina y probar suerte afuera, sería un desperdicio que no lo hicieras con la voz que tenés”. Al poco tiempo recibió una propuesta del Mozarteum Argentino, una institución privada sin fines de lucro que brinda becas a algunos de los músicos más capacitados del país: le ofrecían ir a estudiar al exterior con el profesor que ella eligiera. Decidió tomar clase en Salzburgo con Edith Wiens, quien había sido jurado del concierto internacional del que ella había participado un par de años atrás. La profesora aún la recordaba: en 2004 había sido la concursante más chica con diecisiete años. Apenas la escuchó nuevamente, se la llevó a estudiar con ella en el Conservatorio de Augsburgo.
Sin dominar aún ni inglés ni alemán, la cantante se abrió paso en Europa: consiguió becas y subsidios, participó y ganó concursos internacionales hasta que recibió cinco propuestas de trabajo en teatros de Alemania y Suiza. Optó por firmar con el Opera Studio de Zurich, en donde la contrataron por dos años que terminaron siendo tres. Vivía en el teatro desde las ocho de la mañana hasta las once de la noche, no porque se lo exigiera el contrato: iba a los ensayos de las otras obras para observar cómo trabajaba cada cantante, y así confirmó que la clave era la disciplina.
La motivó aún más encontrarse trabajando junto con artistas consagrados que hasta entonces ella solo había escuchado por YouTube: Leo Nucci, Thomas Hempson, Anna Netrebko, Elina Garanča, Juan Diego Flores, Diana Damrau. Sus ejemplos a seguir la sorprendieron con su humildad y sensibilidad.
– Yo salgo del camarín para escuchar tu voz porque me encanta –le llegó a decir Damrau, ya una diva de la ópera en ese entonces.
– Esta es la chica de la cual te estuve hablando –le explicaba el barítono italiano Nucci a su mujer.
Actualmente, a sus 28 años y con residencia en Buenos Aires, Carnovali lleva dos desempeñándose como soprano lírica. También es productora y profesora de canto. A sus alumnos les repite una y otra vez: “Vos observá mucho. Sea en internet o en un ensayo, escuchá bien y fijate en cada frase qué hizo cada cantante, y por qué”. Las mismas preguntas se hacía ella, ocho años atrás, cuando llegaba temprano al Opernhaus de Zurich para presenciar los ensayos: ¿cuál es el camino? ¿qué hacen los cantantes?, ¿cuánto tiempo vocalizan?, ¿cantan en el ensayo, o marcan?, ¿por qué marcan?, ¿cómo es el trato con los directores?, ¿cómo saludan al llegar?. Y frente a los ejemplos no tan positivos, supo averiguar: ¿qué sucede con esa gente?
Junto con el tenor Rolando Guy, ensayando para concierto al piano de Magna Lírica (Mayo, 2016) Foto: Ópera en Argentina
Carnovali observó que cuando los cantantes de primer nivel no estaban practicando sus roles, pasaban otras obras con otros repertoristas, nunca paraban. Ella tampoco: por la mañana tomaba nota en los ensayos, asistía a clases por la tarde, y a la noche se subía al escenario. Así fue como llegó a tener sesenta y cinco funciones de veinte óperas distintas en una temporada, durante la cual ella y sus compañeros cantaron junto a los mejores cantantes y directores.
“¿Qué le pasaría a Mariana si viviera esto?”, se pregunta Carnovali cada vez que encara un nuevo personaje, y así es cómo logra ponerse en los zapatos de cada uno y emitir ese sonido en apariencia tan espontáneo, pero que en realidad es el resultado de años de estudio, trabajo, dedicación y experiencia. El camino se volvió más arduo desde que descubrió sus sobreagudos: muchos se le fueron en contra, querían que siguiera entonando las notas graves. “No va a conseguir trabajo”, “Se va a arruinar la voz”, comentaban en el ambiente. Mientras tanto, su intuición le decía: “Estás haciendo lo correcto”.
En 2013, de vuelta en Buenos Aires, se presentó en el estudio del Maestro Antonio Russo. En el último tiempo en Vienna, guiada por sus profesores, había comenzado a preparar las primeras arias del rol principal de ‘La bohème’, para soprano: Mimì, una joven mortalmente enferma que se enamora de un poeta llamado Rodolfo en el Barrio Latino de París.
– Maestro, yo vine porque quiero que me escuche para saber si este es el repertorio que debería trabajar de acá en adelante –le expresó.
– Te escucho.
Cantó la primera aria.
– Quiero escuchar la segunda –le indicó el director desde el piano.
Luego de la última nota, el maestro cerró la partitura, se sacó los anteojos y agachó la cabeza en un gesto de negación. “Listo, me parece que no la tengo que cantar”, se dijo la cantante para sus adentros. El maestro alzó la vista y le expresó, emocionado:
– Este rol fue escrito para vos. No quiero que la estudies, quiero que la cantes.
Así fue como Carnovali adquirió la confianza que le faltaba para terminar de aprenderlo y meses más tarde estaba encarnando al personaje a sala llena una vez más en el Teatro Avenida, dirigida por el mismo Russo, en otra producción de Juventus Lyrica.
Aún habiendo demostrado su habilidad y potencial como soprano lírica con agudos bien proyectados y sólidos graves, no le resultó fácil desmarcarse de sus éxitos como mezzosoprano. El siguiente reto llegó recién en 2015, de la mano del tenor Rolando Guy, quien le propuso armar una puesta en escena de la misma ópera, pero esta vez con cantantes emergentes del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón que la estaban estudiando.
Sin experiencia en producción, la soprano consiguió gestionar el alquiler del Teatro Colonial en donde programaron dos funciones -que terminaron siendo tres- en las que cantó el rol principal y también estuvo a cargo de la dirección escénica. “La travesía Bohème”, como ella le llama, constituyó la experiencia fundadora de su compañía denominada Magna Lírica, que desde entonces ha producido diversas presentaciones de ópera y conciertos líricos en Buenos Aires.
En 2016, Carnovali y Guy montaron ocho nuevas funciones de ‘La bohème’, esta vez con la colaboración de directores escénicos y la participación de cantantes en distintos estadíos de su carrera: así, los que están dando sus primeros pasos pueden aprender de quienes ya poseen trayectoria, y a la vez, acercan el género a nuevos públicos ya que las presentaciones se hacen en espacios no tradicionales como Hasta Trilce, un bar-restaurante en Almagro que cuenta con una sala de teatro al fondo. A la primera función asistió Johana, una de sus jóvenes alumnas de canto de los talleres de la Escuela de Música 1-11-14 de Bajo Flores. La adolescente se emocionó al ver a su profesora en el lecho de muerte en el último acto. Si bien las clases que da en el barrio son de canto popular, los alumnos le insisten a la soprano para que cante ópera y ella les obsequia un aria al final de la clase.
Clases en la Escuela de Música Fátima de la 1-11-14 (Junio, 2016) Foto: Ópera en Argentina
Con Magna Lírica también programó funciones de La Flauta Mágica de Mozart para niños en las vacaciones de invierno, y realizó funciones de Così fan tutte, (Mozart), L’elisir D’amore (Donizetti) y galas líricas en Espacio Victorium a cargo de Marina Arqueros, una apasionada divulgadora y productora de ópera en Villa Ballester que trabaja a la par de Mariana intentando hacer llegar el arte a los barrios del conurbano. “Voy a los conservatorios, a los colegios, nuestros precios son accesibles y aún así es difícil convencer a la gente para que se acerque”, afirma Arqueros. Este año, la gestora organizó la primera clase magistral de Carnovali, a la que asistieron cantantes de diferentes niveles que trabajaron sus arias y luego las compartieron en un concierto abierto al público.
Hoy por hoy, “Magna” ocupa la mayor parte de la agenda de la soprano. El trabajo implica convocar cantantes, negociar con los teatros, armar la logística, manejar las redes sociales, estar en contacto con el público y coordinar la labor de todos los que participan de cada producción. Para la última función de ‘La bohème’ en julio de este año, la cantante permaneció hasta las dos de la mañana en el teatro haciendo números, brindando con sus colegas, planificando cuál sería el destino de la escenografía y la utilería, hasta que su novio le recordó que era la hora de salir para Aeroparque: ya había dejado su maleta hecha con antelación para poder viajar a una audición en Chile al día siguiente. Apenas durmió en el viaje hasta el aeropuerto.
A la vez que disfruta de la experiencia de la autogestión, Carnovali no descuida sus clases de técnica vocal y repertorio. Su rol de productora complementa su formación como cantante: es conciente de que armar una puesta implica mucho más que subirse a cantar a un escenario. Este año, la compañia que dirige tiene planificadas nuevas funciones de Così fan tutte en Hasta Trilce, que se va perfilando como uno de los pocos escenarios intermedios en la ciudad que hospeda las propuestas del circuito off de la ópera.
Para lo que queda de 2016, con la supervisión de sus maestras María Rosa Farré y Eduviges Picone, la soprano planea profundizar en los roles que debe encarar el próximo año. Prefiere mantenerlos en secreto por el momento, aunque con un gesto deja entrever que –como siempre- su proyección es mucho más amplia de lo que uno podría llegar a imaginar.
Mariana Carnovali El Galpón Artístico de Caballito (Julio, 2016) Foto: Ópera en Argentina