El viernes 5 de agosto fue el estreno de la ópera «Avenida de los Incas 3518», de Fernando Fiszbein, en la Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner (CCK). El compositor, quien reside en Francia desde 2000, viajó a Buenos Aires especialmente para preparar la presentación en el Festival de Nueva Ópera Argentina organizado por el Centro de Experimentación del Teatro Colón.

Fernando Fiszbein ayer, en el Teatro Colón. Foto: Noelia Pirsic
¿Elegiste mudarte a Francia por razones que tienen que ver con la música?
Principalmente sí. Creo que cambió mucho la cosa, pero cuando me fui, el panorama en el país no era muy excitante para empezar una vida de compositor. Al volver y encontrarme con el ensamble argentino con el que trabajamos para esta presentación, me di cuenta de que por suerte se han generado espacios, trabajo, estudios. Hay una vida en torno a la música contemporánea que me gustó encontrar. La orquesta tocó tan bien como toca el ensamble Le Balcon en Francia. Eso es una información importante para mi, saber que puedo tener interlocutores de ese nivel artístico. Todos los instrumentistas que tocaron en ambas presentaciones son argentinos, salvo el pianista Alain Muller -que era el preparador local- y el acordeonista Anthony Millet, que toca un acordeón que se usa muy poco acá en Argentina.
¿Cómo comenzaste a componer Avenida de los Incas 3518?
La fui componiendo desde Francia, en versiones sucesivas. Cada versión tenía una lógica que cerraba, pero recién pude contar la historia completa el año pasado. La primera vez se tocó en 2009, con una duración de 20 minutos. En 2012 se realizó una versión ampliada a 45 minutos. Y la última fue en 2015, que constituye la versión final que se escuchó acá en Buenos Aires. Vine especialmente para esto y estoy muy contento porque me parece la concreción de un proyecto muy largo, muy querido, que acuñé en París y también en Italia.
¿Por qué decidiste ir armando versiones sucesivas?
Me cuesta componer sin tener una cita con un intérprete o con alguien. Raramente compongo solo. Cada nueva producción de la ópera me impulsaba a hacer una nueva parte. Es un laburazo hacer cada versión, me ocupó una gran cantidad de tiempo. Al mismo tiempo hice otras piezas. Recién en la versión del año pasado, que es la que se presentó acá, logré poner en su lugar todos los hilos de esta historia. Cada nueva representación fue una buena excusa para darle un nuevo recorrido, un nuevo círculo, que siento que cerró recién acá al presentarla en Buenos Aires.
¿Por qué elegiste hacerla en castellano de Buenos Aires, con cantantes de otros países?
Desde el comienzo sabía que era un trabajo sobre el castellano de Buenos Aires, que era muy mediato a la hora de pensar música, sentido y sonido. Quería que el sentido y el sonido formaran una unidad y fue así cómo me surgió hacerla en español, trabajando sobre la dicción de cantantes italianos o franceses. Me gustó mucho poder mostrar el trabajo acá, me parece que con los años logramos un teatro porteño muy interesante que representamos en Francia. Y fue acá donde más pude compartir con el público, porque compartimos ciertos códigos que hacen que lo vivan de una forma más intensa. Recién acá me di cuenta hasta qué punto esta ópera es un diálogo entre mi vida de allá y mi vida de acá. Tenía una idea sobre eso pero tomé conciencia fuertemente haciendo la ópera acá.
Nosotros formamos una compañía desde hace mucho tiempo y somos amigos. En la ópera hay una frase clave que es ‘ahora todo confluye’, que vuelve en varios momentos con distintos sentidos, y casi que me haría una remera con esa frase por estas semanas que pasamos en Buenos Aires. Fue una gran confluencia entre muchas cosas.
El título alude a una dirección postal concreta en Buenos Aires, ¿esto se debe a algo en particular?
Avenida de los Incas 3518 es la dirección de un edificio en donde yo viví cuando era chico, pero quiero aclarar que esta obra no es una autobiografía, no me interesa darle una importancia tal a ese edificio solo porque yo viví ahí. Es el edificio único de esas características en el que me tocó vivir a mí, pero podría ser cualquier otro. La historia cuenta la neurosis de una clase media argentina, sin salir de un edificio, solo van a la terraza para hacer asado. Me pareció que una dirección postal era un buen título. Y resultó ser el edificio que más conozco, pero podría ser en cualquier otra dirección.
¿Qué otros trabajos llevás adelante en Francia?
Allá también tengo una vida de intérprete de música popular, y tengo mi grupo que se llama Carabanchel. Pero lo mío es componer, y claro que desde que empecé la ópera hice muchas otras piezas. Esta ópera tiene la fusión con lo argentino, y es la única con tanto texto que trabajé. No tengo intención de dar cuenta de que soy argentino al escucharse mi música. La música de Avenida de los Incas tiene impulsos de música urbana porteña, pero muy poco. Me gusta jugar con el sonido, con los lugares comunes o puntos de encuentro, en un buen sentido. Esos lugares que nos permiten citar una cosa y saber de qué estamos hablando porque todos los conocemos, pueden formar parte de la creación musical pero no es indispensable para mí.
¿Cómo se pensó el componente audiovisual que es parte de esta puesta?
Al concebir esta ópera la idea era que el escenario tuviera una pantalla que fuera un edificio y que un traveling vertical creara el movimiento a través de los pisos. El ascensor no se mueve y el resto sí: De este modo con una sola pantalla podemos tener un edificio. Esa idea fue tomada por Yann Chapotel, que es un artista quien hizo esta escenografía. Es artista plástico, videasta, un gran artista, con una calidad artesanal también descomunal. El interpretó la idea perfectamente y la llevó a una obra que es suya. Me parece muy fuerte lo que hizo y considero que fue muy generoso al poder entender tan perfectamente esta ópera. Mientras duró la composición, hablábamos dos horas por dia por telefono. Fue así como hicimos una imagen conjunta, entre la música y la imagen
¿Etás trabajando en una nueva ópera?
Sí, y espero poder presentarla en el próximo Festival. Es una ópera basada en una novela de Leonardo Padura, un escritor cubano. Es una novela épica del siglo XX, que incluye historias cargadas de ideologías, pasiones humanas, espionaje y ciertos personajes importantes de la historia. En Avenida de los Incas el texto era mío, yo tenía una idea estructural, y escena a escena iba conversando cada frase entre la música y el texto: me preguntaba qué significa, cómo suena, y era parte de la artesanía musical. Esta vez voy a trabajar no con un texto propio sino con el de un gran escritor, y eso va a ser otra forma de trabajar. Padura me dio la libertad de usar plásticamente su novela, no hacer una transcripción. El libreto del libro planeo adaptarlo con la ayuda de amigos escritores y guionistas.
Saludo final en la última función de Avenida de los Incas 3518. Foto: Laura Sussini.
FICHA TÉCNICA: Avenida de los Incas 3518
Se presentó el 5 y 6 de agosto en la Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner, en el marco del Festival de Nueva Ópera Argentina.
MÚSICA Y LIBRETO
Fernando Fiszbein
DIRECCIÓN MUSICAL
Maxime Pascal
PUESTA EN ESCENA
Jacques Osinski
DISEÑO DE VIDEO
Yann Chapotel
DISEÑO DE ILUMINACIÓN
Catherine Verheyde
INGENIERÍA DE SONIDO
Martin Fouilleul
VESTUARIO Y ACCESORIOS
Hélène Kritikos
TOUR MANAGER
Simon Guidicelli
MAESTRO PREPARADOR
Alain Muller
PREPARACIÓN ORQUESTAL
Fernando Fiszbein
PRODUCCIÓN
Victoria Lombardero Có
INTÉRPRETES
ELISE CHAUVIN
Rita García (soprano)
WALTER SCHWARTZ
Raúl García (bajo barítono)
THOMAS BARNIER
Diego (tenor)
SYDNEY FIERRO
Pablo (barítono)
GUILHEM TERRAIL
Nico (contratenor)
CAMILLE MERCKX
Alma (contralto)
ROMAIN PASCAL
Ricardo (tenor)
DANTE LOMBARDI
Santiago García (niño cantor)
ROBERTO CASTRO
Narrador
PATRICIA DA DALT
flauta
GRISELDA GIANNINI
clarinete
ANTHONY MILLET
acordeón
MARIANO MIGLIORA
saxo
DIEGO CURUTCHET BAEZA
corno
DANIEL CRESPO
trompeta
JORGE RAMÍREZ CÁCERES
trombón
JULIÁN MACEDO
y CÉSAR MARTININI
percusión
ALAIN MULLER
piano
CARLOS BRÍTEZ
violín
MARCELA MAGÍN
viola
ALEJANDRO BECERRA
violonchelo
CARLOS VEGA
contrabajo