Una hora en el siglo XIX

 
El domingo 31 se presentó la primera y –por ahora- única función del concierto escenificado “Mariano Rosquellas, ‘padre’ de la ópera en Buenos Aires”, con guión de Margarita Pollini.

Noelia Pirsic para Ópera en Argentina

 

El domingo 31 se presentó la primera y –por ahora- única función del concierto escenificado “Mariano Rosquellas, ‘padre’ de la ópera en Buenos Aires”, con guión de Margarita Pollini.

Foto: Laura Sussini

El domingo a la tarde, el Salón de Honor del Centro Cultural Kirchner fue sede de una tertulia semejante a las que se hacían en nuestro país a principios del siglo XIX. Se representó una historia poco conocida: la de Mariano Rosquellas, el primer empresario de ópera que se conoce en la historia de nuestro país. Los muebles de época, el revestimiento en madera de las paredes, los techos altísimos, el piano de cola: todos contribuía al clima de la obra, incluso el pedido de que el público apagara el celular antes de entrar al lugar. Cada una de las sillas de terciopelo rojo acomodadas en forma de semicírculo estaba ocupada, las entradas se habían agotado días atrás.

Mientras las miradas todavía recorrían el salón, aparecieron los intérpretes:  Norberto Marcos –caracterizando a Rosquellas-, la mezzosoprano Trinidad Goyeneche, el tenor Elías Ongay, el pianista Javier Más y Gabriel Schebor, con una guitarra de época. Durante más de una hora fueron los anfitriones de una tertulia teatral que incluyó no solo parlamento sino variedad de piezas musicales de distintos autores: El mismo Rosquellas –que también era compositor-, Rossini, Esnaola, Mozart, Händel, Pedro Ximenes Abril Tirado y Manuel García.

“Si bien había manifestaciones de arte lírico en Buenos Aires a principios de siglo XIX, fue Rosquellas quien trajo la ópera a Buenos Aires. Lo que se hacía hasta entonces era algo más bien fragmentario”, explicó Margarita Pollini a Ópera en Argentina. Ella escribió el guión de la obra y las hermanas Paz y Concepción Perre estuvieron a cargo de la puesta en escena.

La obra de Pollini da a conocer al madrileño Rosquellas no solo en su faceta profesional, sino también en lo personal. Una escena describe que era tan apasionado y confiado que además de oficiar de violinista, barítono, productor, compositor, empresario, puestista y director, se atrevía cada tanto a  oficiar de tenor a su gusto.

“Pocos saben que también es muy importante como compositor. Hizo una sinfonía de una hora y media denominada ‘La Batalla de Ayacucho’. También una obertura, ‘El Pampero’, inspirada en una tormenta que lo interceptó viniendo de Montevideo” – comenta Pollini- “Siempre me apasionó ese espíritu de no quedarse quieto: donde veía que no podía seguir, decidía ir a otro lado. Cuando el gusto por la música italiana decayó, se fue a la música española, luego a la francesa, luego a la música sacra. En vez de volverse a Europa cuando las cosas no le fueron bien, se fue a Bolivia”.

Entre los espectadores se encontraban diez descendientes de la familia Rosquellas invitados por Marcos y Pollini. Algunos viajaron desde Córdoba especialmente para el estreno. Por el momento, no hay más funciones programadas, ya que la escritora produjo esta presentación para el cierre del ciclo “La música de la Independencia”. «Habría que convocar a los amantes de la ópera, seguro que lo desconocen», expresó más de un espectador emocionado luego de la función. “No hay nada planificado, pero me encantaría”, respondió la autora.

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