Hemos naturalizado la violencia en los espacios relacionados a la música académica. Conocemos historias de acoso, de maltrato físico y/o verbal, de imposiciones «porque sí». Las jerarquías del mundo lírico parecen justificar cualquier tipo de exceso. La búsqueda de la «excelencia» se ha convertido en excusa para agredir, inhibir y excluir.
El caso de Maia Bernztein, despedida del Teatro Colón por estar embarazada, es portavoz de cantidades de situaciones toleradas por décadas a las que nadie atiende. Pasa en el taller de Sastrería del Teatro Colón, pasa también en otros sectores, no solo relacionados con la técnica y la artística sino también con la administración. Pasa en las clases de música, de canto, de dirección escénica, de caracterización, en ensayos. Arriba y abajo del escenario. No solo en el ámbito público sino también en el privado y en intercambios entre particulares.
Los tiempos han cambiado. El «aggiornamiento» no solo viene por el lado de las puestas en escena, sino, principalmente, por la forma de vincularnos.
Es momento de que dejemos de tolerar este tipo de abusos en el ambiente.
Para el caso del Teatro Colón, al igual que otros organismos públicos, podría contar con su propio gabinete contra violencias que provea de un marco de contención, protección y expresión a quienes llevan años soportando maltratos.
Más allá del Colón, en el ambiente lírico en general, es preciso comenzar a desarticular el dispositivo de violencia en el que se aprenden, se enseñan y se ejercen todos los oficios.
Para la reincorporación de Maia a su puesto de trabajo, son claves los apoyos tanto de sus compañeras y compañeros, como de medios independientes y referentes de distintas áreas. Los derechos se defienden en grupo, haciendo circular la palabra, dejando de dar por sentado este tipo de comportamientos.
Un primer paso es empezar a hablar de estos temas, mirar de frente al problema y empezar a generar mecanismos para que quienes maltratan no puedan seguir ejerciendo el poder.
#LíricaSinViolencias
Todo el mundo merece ser feliz así como nadie merece ser MALTRATADO…y creer que es un tema ya hablado y superado, es omitir la cruel e inaceptable realidad.
Me gustaMe gusta