Ópera para reír

La soprano cordobesa Sabrina Pedreira presenta a su alter-ego musical: Mozartina.

Texto: Noelia Pirsic | Fotos: Darío Pedreira y Romina Soria

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La próxima presentación de Mozartina en Buenos Aires es el viernes 15 de febrero a las 21:30 hs en La Pista Urbana (Chacabuco 874, CABA). Accedé al evento de Facebook haciendo clic aquí.

“La gente me pregunta: ¿A qué te dedicás? Canto. Hasta ahí, todo normal. ¿Y qué cantás? Canto ópera. Y entonces me miran como: ¿Qué? ¿Pero eso no es para viejos? ¿No es para gente más grande de tamaño? ¿No hay que tener una caja torácica más ancha?”, cuenta la soprano Sabrina Pedreira, siempre al borde de la risa. Su contextura pequeñísima contrasta con su enorme boca que emite carcajadas contagiosas cada dos palabras. Ni sus amigos la reconocieron cuando se subió por primera vez al escenario con una peluca blanca de rulos adornados con rosas, tacones demasiado altos, varias capas de telas de fantasía sobre un miriñaque y un diamante falso atado a su dedo con una goma elástica.

La cantante vive en Buenos Aires desde hace cinco años y se forma en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón (ISATC) a la vez que cursa la carrera de Canto Lírico en la Universidad Nacional del Arte (UNA). Asimismo, forma parte de la agrupación independiente Ópera Joven, dirigida por su maestra Marta Blanco: “Un espacio maravilloso. Todos mis amigos me los hice ahí. Marta dirige la compañía desde un lugar de amor y compañerismo que me encanta”. A principios de este año decidió a su vez comenzar un proyecto propio, una especie de alter-ego musical que tiene nombre: Mozartina. Por ahora, solo se ha presentado en la ciudad de Córdoba, donde nació, pero ya está lista para salir a escena también en Capital Federal.

¿Cómo surge Mozartina?

La idea del espectáculo nace de la necesidad de tener un proyecto propio. La inspiración para el personaje vino de una creencia que tengo: Pienso que mucha gente que no tiene contacto con la ópera tiene su primer acercamiento a través del cine. Es decir, cuando la gente te pregunta a qué te dedicás y les decís que cantás ópera, te dicen: “¡Ah! La señora que canta en el teatro con la peluca con las dos trenzas». O: «La señora del 1800 con peluca alta”. “Sí, algo como eso”, le dice una. Generalmente la poca información que tienen quienes nunca tuvieron contacto con el género es por alguna película que vieron y en esa película hay algo que sucede relacionado con la ópera. Entonces la imagen que queda es esa: La señora con peluca. Es a partir de eso que se me ocurrió crear este personaje de esa cantante de ópera que está en el imaginario. O al menos la que yo creo que está en el imaginario.

¿Cuáles son las características de Mozartina?

En cuanto a lo físico, entre los zapatos, el miriñaque, el vestuario, termino teniendo como dos metros de alto. La peluca también tiene una medida considerable. Y Mozartina es como una diva que todo el tiempo quiere demostrar lo buena cantante que es, cuenta cómo va a interpretar cada aria y qué es lo que va a pasar en esa aria. Refugiada detrás de todas esas características del vestuario, me doy la libertad de hacer muchas cosas que por ahí no están permitidas. Es una especie de parodia de lo que hacemos los cantantes líricos.

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Mozartina ya se ha presentado en la ciudad de Córdoba en diferentes espacios. ¿Cómo fue la reacción del público?

La reacción de la gente es genial porque se queda como: ¿Es en serio o es en joda? Parezco una drag queen.  Está bien en el borde todo, pero a mí me gusta eso. Me parece que si no empezamos a ser un poco más deliberados y creativos, queda todo ahí. En algunas ocasiones, primero hago toda una parte de música de cámara, vestida de concierto, bien ceremonial como se supone que es esto. Y cuando regreso, luego del intervalo, aparezco con todo el aparato del vestuario y la peluca y la gente se queda muy sorprendida.

¿Qué licencias te das?

Yo tomo un poco como el cliché de la ópera, esto que me resulta exagerado a veces como intérprete. Es como algo que va hacia los extremos, que llega a niveles que si nos queremos safar nos podemos safar lindo.  Saco la parte más payasa, más de clown, que tengo adentro y aprovecho para desarrollarla. Me permito reírme de la ópera. Algo ocurre internamente cuando me pongo esa ropa y me transformo. Cantar música de cámara me puede poner incluso introspectiva y hasta me cuesta dar unas palabras antes del aria. Y, cuando aparece Mozartina, es como si apareciera mi otra parte.

¿Por qué elegiste ese nombre para el personaje?

El nombre fue idea de mi hermano. Fue todo un tema porque la idea era que fuera un nombre conocido para todo el mundo, porque mi expectativa con este espectáculo es que pueda llegar a cualquier lugar. No me interesa hacer un show ópera para nosotros, los que ya gustamos del género, y nada más. Eso ocurre muy seguido y está buenísimo también, pero creo que a la vez es bueno ampliar el panorama desde un lugar desde donde romper con las estructuras, largarse y crear. Independientemente de lo bueno que está participar en una ópera y hacer un rol, es preciso generar cosas que sean más accesibles para todos porque me parece que hay algo que hace que el que nunca fue tenga una visión de que ‘cómo yo voy a ir a ver opera si no entiendo nada’, ‘quién es este compositor’, ‘es en otro idioma’. Creo que esto último es una de las cosas que más aleja a las personas del género. La idea de esto es que nada de eso sea una barrera. Creo que es necesario generar otro interés, sino nos vamos acartonando y la ópera se vuelve algo medio cerrado. A la vez, pienso que presentar esta música en otros espacios nos puede abrir el panorama a todos, no solo al público a nosotros mismos como artistas.

¿Mozartina solo canta Mozart?

No, tiene un repertorio más amplio, que incluye a Mozart pero también música de cámara alemana, y otras canciones y arias que voy incorporando a mi repertorio.

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¿Cómo fue tu primer contacto con la ópera?

Mi abuela materna es pianista, es maestra de música. Yo soy la nieta mayor. Pasé mucho tiempo con ella en mi infancia, cantábamos mucho. Ella tocaba el piano y yo cantaba, cantaba, cantaba, cantaba. A mí me encanta cantar, ¡no sé qué haría sin el canto! Y la primera vez que fui a ver una ópera fue con ella: Fuimos a ver Carmen al Teatro del Libertador de Córdoba. Me emocioné tanto en la función que me dio un ataque de alergia tremendo –recuerda y se ríe-. De repente empecé a estornudar y no podía parar. Todo me pareció alucinante. Después llegué a casa y, como soy medio payasa, me puse a imitar a la cantante, cantando bien fuerte. Sumado a esto, fui a un colegio estatal en Córdoba que se llama Los Niños Cantores, una escuela de música de allá. Durante la mañana hacés escolaridad normal y, durante la tarde, escolaridad musical. En esa escuela cantás desde que te levantás, hasta que salís. Fue lo mejor que me pudo pasar. La hora del coro era mi momento de plenitud. Hacíamos mucho repertorio académico. Y cuando salía de ahí, ya me estaba tomando el bondi para ir al centro a seguir cantando en el Coro del Seminario de Canto del Teatro San Martín.

¿Cuándo decidiste que querías cantar ópera?

Siempre supe internamente que quería ser cantante de ópera pero me costó mucho hacerme cargo de esto, si bien mi familia siempre me apoyó. ¡Los años de terapia! –ríe-. Luego de terminar la escuela, comencé a tomar clases de canto particular que me pagaba mi abuela, con Marcela Benedetti. Ella fue mi primera maestra. A la vez, ingresé a La Cantoría de la Merced, que es un corazo de Córdoba dirigido por Santiago Ruiz, que es talentosísimo y con él aprendí muchísimo.  Y en paralelo formamos junto con otros artistas la compañía Le Clef – Música en Escena, con la que montamos cuatro espectáculos líricos.

¿Y por qué decidiste mudarte a Buenos Aires?

En Córdoba tenía un trabajo estable, vivía sola. Había empezado en el conservatorio de allá la tecnicatura de canto lírico. ¡Pero me aburrí! Empecé a sentir como si todo estuviera transcurriendo igual. Así que vine a Buenos Aires, pensando que entrar al ISATC era un sueño imposible, pero por suerte lo logré. Y luego a la UNA, y a Ópera Joven en donde canté mi primer rol completo: La Duquesa Carolina (Nota de la R.: De la zarzuela Luisa Fernanda).

Volviendo a Mozartina, las fotografías de prensa de ella son muy llamativas.

Las sacamos en el taller de mi papá, Darío Pedreira, que se dedica al teatro y sobre todo a la performance en Córdoba a través de su emprendimiento llamado Babel Recursos Artísticos. Cuando se me ocurrió, fui directamente a él con esta idea. Le dije: “Mirá, se me ocurrió esto, quiero hacer una cantante así y asá, con corset, y necesito que a la gente le venga la idea de que ya desde el nombre y el atuendo, es ópera”. El vestuario lo hicimos junto con él y Romina Soria, y me ayudaron también con las fotos.

¿Cómo te sentiste la primera vez que te viste en el espejo caracterizada de esa forma?

Me divertí muchísimo. Mi papá no paraba de tirar ideas e íbamos jugando y creando. Era gracioso porque de repente yo, que mido 1.58 cm, era más alta que él. El personaje y el espectáculo en sí tienen mucho de improvisación, y la idea a la vez es que pueda ir mutando dependiendo de las necesidades, del tipo de espectáculo, ya sea en el marco de una presentación o un evento. En Córdoba lo hice en un bar y también en una escuela con público adolescente. En el cole los hice cantar, interactúo mucho con el público también. Hago participar. Allá en mi ciudad natal voy al piano con Ana García,  mi compañera de trabajo con quien tuve todo tipo de proyectos musicales.

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Acá en Buenos Aires parece que también empieza a haber una tendencia de buscar divertirse a través de lo lírico.

Creo que el canto lírico es una carrera de presión. Nos pasa mucho a los cantantes. Es un estilo y un género en el que se busca la perfección casi. Al menos yo lo siento así, no sé si todos los sienten de la misma forma y creo que también Mozartina surgió desde ahí. De liberar un poco.

¿Mozartina se permite no ser perfecta?

Yo soy muy exigente. Soy  tremendamente exigente conmigo misma. Intento hacer lo mejor que puedo, en cuanto a la parte musical, pero en el medio hago trucos de magia… exagero muchísimo. No sé qué pensará la gente. Mi sensación estando del otro lado cantando es que la gente en un momento no entiende –vuelve a reírse-. De a ratos se ríen mucho pero en un momento se quedan así como procesando información. Creo que eso viene de la ópera misma: “¿Qué le pasa? ¿Por qué canta?”, decía siempre una maestra mía de la UNA, Bea Odoriz. Está buenísimo tener esta otra llegada en donde en realidad el público no está escuchando a ver si llegás a la nota o no, sino que les está vibrando la música de verdad, y eso es lo que importa.

¿De donde sale esta faceta humorística? ¿Tomaste cursos de actuación?

Creo que soy un poco chistosa sin darme cuenta, en mi familia me lo decían también. De actuación tengo las clases que tomé en el ISATC y en la UNA de práctica escénica sumado a todo lo que hicimos en Córdoba con la compañía escénica y más. Uno a veces no tiene un registro del bagaje de lo que uno viene haciendo y eso es un poco lo que me pasa.

¿Seguís una rutina específica para poder dedicarte el arte lírico o intentás tener una vida de joven a la vez?

¡Yo intento ser una joven! –risas y más risas-. Porque me gusta mucho salir, me gusta divertirme. Intento llevar una vida normal. Soy muy disciplinada igual. No hago cualquier cosa la noche anterior a ir a clase, pero para mí está bueno encontrar un equilibrio sino esta carrera fácilmente se puede volver una tortura.

La próxima presentación de Mozartina en Buenos Aires es el viernes 15 de febrero a las 21:30 hs en La Pista Urbana (Chacabuco 874, CABA). Accedé al evento de Facebook haciendo clic aquí.

Seguí a Mozartina en Facebook: https://www.facebook.com/mozartina.humorlirico/

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  1. Qué genial, Sabrina!!!!!!! ya quisiera disfrutarte! espero que pronto pueda verte aquí en baires….y si no, nos vamos para córdoba, nomás!!!! enorme abrazo!!!! Eni

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